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Mi camino al éxito

Yo seré tu incondicional

Le descubrí hace casi un año y se describía como un chico al que le cuesta decir “no”. Siempre dispuesto a cometer cualquier locura sin importar la gravedad, la altura, la anchura, las consecuencias… un poco (bastante) diferente a mí que no dejo que la adrenalina se apodere del raciocinio.

Sergi Sánchez (@Canijo_) llegó a mi vida con la mentira de que necesitaba aprender a nadar para mejorar sus tiempos en triatlón, deporte en el que se inició hacía escasamente 4 meses. Yo, como buena samaritana, me ofrecí a ayudarle a perfeccionar su técnica y prepararnos para la maratón que teníamos próximamente y a la cual no había sido capaz de negarse. Su primera travesía a mar abierto e iba a ser de 6km ni más ni menos…

Le consolé y le animé en el viaje en bus que nos llevó a la salida. Confiaba en él y no pretendía separarme ni un segundo de su lado durante las 2 horas que podríamos tardar en llegar a meta, por algo había confiado él en mí primero. Y, no solo lo conseguimos,  sino que tuvo que ir conteniendo su ritmo para que yo no me quedara atrás. ¿Y me consideraba buena en el agua? Mi autoestima se derrumbó porque, aunque racional, también tengo mi punto de competitiva. Pero fue una experiencia excepcional en la que no hubo posibilidad de hablar, solo importaba la posición del otro para llegar, tal como nos habíamos prometido, juntos a meta.

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Sergi se creció y se vio posibilidades como nadador. Quizás no era tan malo como pensaba… Los entrenos cada vez iban siendo más duros, incluyendo algún stage en Banyoles con su equipo con alguna caída en bici, pero todo derivaría en una mejora sustancial de sus capacidades. Es buen nadador, ciclista y corredor y me atrevo a decir que su mejor disciplina es la natación, quizás porque le ha cogido el gusto a esto de mojarse.

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Ya ha cumplido un año como triatleta y el domingo pasado fue su primer duatlón oficial por equipos. ¡Fue alucinante! Me sentí orgullosa de lo que había conseguido, de verle sufrir y disfrutar al mismo tiempo. Sus compañeros lo arrastraron los primeros metros y él aguantó el empuje sin renunciar al ritmo marcado por el grupo y cuando se subió a la bici recuperó el habla y la explosividad y ayudó a liderar el equipo. Eran una piña, un conjunto compenetrado con papeles intercambiables que se intuían, no se verbalizaban. Llegaron a meta exhaustos pero satisfechos; habían conseguido hacerlo juntos a pesar de las 2 bajas repentinas que tuvieron.

Y yo no podía sentirme más feliz por verle a él tan radiante. Sus objetivos deportivos se van cumpliendo, así como los profesionales y personales. Creo en el karma y cuando alguien obra bien,  piensa en positivo y le sonríe a la vida, ésta se lo devuelve con aquello que tanto ansía y por supuesto, con aquello por lo que lucha. Le admiro.

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Hay algo que cada día tengo más claro, y es que el triatlón definitivamente no es un deporte individual. Necesitas ser parte de un todo, el apoyo de los que les tocó estar detrás de la barrera, el exigente nivel de tus competidores que te hace superarte y nunca conformarte, los que entienden el sacrificio que supone en tu rutina diaria y la complicidad de quien no solo lo entiende sino que lo comparte y lo defiende ante las críticas de los ajenos.

Ser una pareja en la que ambos sean aficionados al triatlón es una apuesta convincente pero no totalmente segura. Hay otros ingredientes imprescindibles: la comunicación, la libertad individual, priorizar al otro ante las competiciones, consultar la disponibilidad y las preferencias, valorar que te prioricen y te escuchen, no dar nada por sentado, intuir las necesidades del otro y ser consciente que:

No todo ni siempre es triatlón.

 

@helarte_barry // @helartedeltriatlon