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Mi camino al éxito

¡Ey, deportista!

¡Iniciamos mi sección!

Y aquí el protagonista será el espectador. ¡Sí, tú, deportista!

Muchos me conoceréis por @helarte_barry, una runner y triatleta principiante, aficionada a la escritura. Tengo mucha curiosidad por los pequeños detalles que suelen pasar inadvertidos ante la mirada del siglo XXI: egocéntrica, dispersa, acomodada… Busco grandes historias que sacar a la luz. No me interesa el más rápido, sino el que supo enfrentarse a un cambio.

“Si haces lo que siempre has hecho, nunca llegaras más allá de donde siempre has llegado”.

En mi sección os hablaré de triatletas, corredores, nadadores… amateurs que decidieron engancharse a las endorfinas que provoca una vida saludable y activa por alguna razón. Esto les cambió la vida y hoy son, sencillamente, felices. Al ser mi primer post considero adecuado hablaros sobre mí, como ejemplo para los futuros protagonistas de mi sección.

El viernes cumplí los 30 y para celebrarlo uní mis dos grandes pasiones: correr y viajar. Este domingo competí en los 20km de Paris después de que el sábado alcanzáramos nuestro objetivo de llegar a los 40.000 pasos; 41km de turisteo por una de las ciudades europeas más bonitas. ¿La ciudad del amor? No lo sé. Para mí la ciudad que me devolvió la ilusión. ¡¡La ilusión de volver a correr largas distancias!!

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Me calcé mis primeras deportivas hace 9 años en un mes de agosto y a mediodía, el único momento disponible que tenía. Recuperé el sentido del humor que había perdido cuando dejé el deporte 3 años antes. Me enganche más incluso que al chocolate. Salía a mediodía y empecé a doblar por las noches. No había fin. Empecé por correr carreras de 10k y rápidamente me obsesioné por bajar tiempos y subir kilómetros. Lo conseguí y a una velocidad de infarto. Las medias maratones eran adrenalina pura. Pero nadie me enseñó a gestionar la frustración. Nadie me dijo que cuanto más rápido subes más dura es la caída. Los entrenos empezaban a ser duros. No lograba recuperar mis tiempos. Me había sobreentrenado y no quería verlo. ¿Parar? Era una droga que me hacia desinhibirme. Ahora sonreía a los problemas, ¿cómo iba a volver a un estado sedentario que me perjudicaba emocional y racionalmente? Pues no quedó más remedio…

Fue un parón deportivo pero sobretodo mental. Estuve activa durante la recuperación y, con esfuerzo, conseguí racionalizar los entrenos a mi vuelta. Busqué un estado anímico equilibrado que no me inyectara tanta sobredosis de adrenalina para luego arrebatármela sin previo aviso. Conseguí entonces hacer ¡mi primera maratón en 2014! Desde entonces me he lesionado muchas veces y en una de ellas fue cuando me inicié en el triatlón. Ahora busco alternativas pero no dejo que el running sea una dependencia ni que el descanso me consuma.

París ha sido mi aspirina definitiva. Seguiré compitiendo en carreras nacionales y procuraré dar lo mejor de mi misma, pero mi meta (siempre debemos tener una) será llenar mi pasaporte de sellos de ciudades en las que competir. Prefiero disfrutar de una carrera con la mirada puesta en el paisaje, en el “allez, allez!” de su gente, el recorrido y la persona que me acompaña, a ofuscarme con el movimiento imparable de las manecillas del reloj.

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