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Cómo hacer tus sueños realidad

Cuando hablamos de hacer los sueños realidad hablamos, en cierta manera, de deseos. Más allá de las necesidades básicas del ser humano: oxígeno, agua, comida y refugio (suficientes para sobrevivir), nos inventamos incontables “necesidades” a las que llamamos deseos.

Todos hemos experimentado que algunos de nuestros deseos se hacen realidad y otros no. Eso está claro y todos lo sabemos pero cómo interpretamos y gestionamos este hecho es muy diferente entre todos nosotros. Si le preguntas a alguien:

¿Cómo consigues lo que quieres?

¿Cómo haces tus sueños realidad?

Las respuestas que vas a conseguir son muy diferentes y no siempre compatibles con la realidad.

Piensa en la cantidad de mensajes confusos que hemos recibido a lo largo de nuestras vidas:

  • Los deseos se cumplen y los sueños se hacen realidad si trabajas lo suficientemente duro y nunca dejas de luchar por lo que quieres.
  • Los sueños se hacen realidad solo si tienen que ser. No depende de lo que hagas, el destino o el karma es más fuerte.
  • Es cuestión de suerte que unos deseos se hagan realidad y otros no.
  • Hacer tus sueños realidad es una cuestión espiritual: las oraciones y la meditación son fundamentales.
  • Los sueños se hacen realidad por la gracia de Dios. Para hacer tus sueños realidad debes entregarte a la voluntad divina.
  • ETC.

Normalmente, elegimos entre los mensajes anteriores y, en consecuencia, tenemos una imagen del deseo muy confusa. Satisfacer un deseo puede requerir trabajo duro y todo lo contrario.

 

Los mecanismos del deseo

En nuestra vida cotidiana, estamos unidos a las consecuencias de los deseos, a los resultados; queremos el cheque, la pareja, el aumento, la casa bonita… Parece que si nos centramos en los deseos independientemente de los resultados no somos lo suficientemente listos. Volvamos, por tanto, a la experiencia misma de tener deseos.

Tres personas quieren un trozo de tarta de chocolate. La persona A va a trabajar y gana el suficiente dinero como para comprarse una tarta de chocolate. La persona B llega a casa y descubre que, casualmente, su mujer acaba de preparar una tarta de chocolate para él. La persona C pide tarta de chocolate en un restaurante y le dicen que se acaba de vender el último trozo.

La verdad es que los tres deseos se han gestionado con el mismo mecanismo en nuestra conciencia. Este mecanismo es la intención de hacer algo para conseguir algo independientemente de si el trozo de tarta finalmente aparece (o no).

La intención siempre va a llevarnos a una conclusión (a no ser que se bloquee o se frustre), pero no podemos controlar dicha conclusión o predecir qué patrón va a seguir, por eso el desapego es necesario. Hay tantas variables actuando, incluso en el deseo más simple, que la mente no puede calcularlas todas.

El mismo deseo en las personas A, B y C ha tenido diferentes resultados.

Su intención era la misma pero su mundo interior, no. Tu conciencia es el filtro por el que tienen que pasar los deseos, o mejor dicho, la conciencia es el laberinto por el que las intenciones deben pasar. Por lo tanto, el desapego es simplemente una cuestión práctica: “deja a los mecanismos del deseo que se encarguen de hacerlos realidad sin interferir, cuanto más interfieras, menos probabilidad tienes de conseguir lo que quieres”; es como si añadiéramos giros y callejones sin salida a nuestro laberinto.

SIGUE TUS SUEÑOS pero recuerda esto: los sueños evolucionan igual que nosotros evolucionamos e igual que el universo evoluciona. Ese desapego ocurre de manera natural cuando los deseos que teníamos de niños ya no nos son atractivos, ni los de la adolescencia ni muchos de nuestra vida adulta. Declara, por tanto, tus intenciones y deja que los mecanismos internos que son naturales en nosotros hagan su trabajo independientemente de las consecuencias.

¿Quieres cumplir tus sueños?

¿Quieres conseguirlo?

 

Photo by Jonas Geschke on Unsplash