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Mi camino al éxito

El hombre nace bueno

El hombre nace bueno y es la sociedad quien lo corrompe. -Jean Jacques Rousseau

Hoy quiero hablaros de José Molina. Un triatleta de 45 años, casado y con dos hijos, que padece fibromialgia*.

¿Cómo es un día normal en la vida de José Molina?

José se levanta a las 5:15h de la mañana y se va a trabajar hasta las 14h en el mejor de los casos. Debe estar disponible las 24h del día por si hay alguna avería. Cuando llega a casa colabora con las labores del hogar, aunque menos de lo que le gustaría pero hay días que está muy cansado. También lleva a los niños a las actividades extraescolares: A Noah a Hip-Hop y a Hugo a escalada. Y además entrena 6 días a la semana.

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Como veis, su rutina es la de cualquiera de nosotros. Salvo por los achaques que le llegan sin avisar y que la interrumpen.

José describe la fibromialgia como un dolor continuo durante todo el día y todos los días. Los síntomas son cansancio, falta de concentración, no poder conciliar el sueño, colon irritable… se sabe que lo tienes por descarte de otras cosas. Y en muchos casos, el diagnóstico médico es que “te faltan vitaminas” y vuelve a tu casa a reposar. Es frustrante no saber qué te está pasando y estar así durante años.

Lo primero que se plantea uno cuando escucha a José hablar es cómo es posible ser triatleta y entrenar con la fatiga e incluso con la incertidumbre de no saber cuándo van a venir los dolores. Pero nuestro protagonista y su mujer lo tienen claro: “¿qué vamos a hacer? ¿Vivir con miedo?”. José se siente vivo cuando se sube a la bicicleta, cuando se pone su neopreno y le envuelve esa sensación de superhéroe. Correr es quizás la disciplina más complicada pero aún así ha logrado ¡terminar un Triatlón Olímpico!

Los hijos de José desconocen la enfermedad. Tienen 8 y 11 años y viven su día a día orgullosos de las hazañas de su padre sin saber realmente la magnitud de sus proezas… En este punto es quizás, cuando me senté con José a hablar de su historia, donde más discrepaba con él. Que vaya por delante que no tengo hijos y el instinto maternal lo tengo poco desarrollado, pero sí creo en la independencia de los niños, en darles alas para volar y en no quitarles la curiosidad por las cosas. Mi opinión es que no debe haber secretos en casa, aunque lo hagamos para “salvarles” de la agonía o, como decía José, para que no dejen de pedirle cosas y que quieran jugar con él. Pero yo creo que en el día a día ellos lo verán, admirarán a su padre por lo que ha conseguido, valorarán aún más sus gestos y aunque no los tratemos como adultos, deben conocer la realidad de las cosas y saber de qué está hecho este mundo y crezcan con la pretensión de cambiarlo sin ser corrompidos. Igual suena a utopía pero nunca hay que perder la esperanza de que alguna generación vendrá con las manos limpias, los oídos dispuestos a escuchar y que prefiera dialogar a usar la violencia.

La última pregunta y más difícil de hacerle a José, debido al temor de la que creía que iba a ser su respuesta, fue si se curaría algún día.  Efectivamente, la fibromialgia no tiene cura, es una enfermedad crónica y solo hay paliativos. José dejó de tomarse la medicación hace tiempo y solo ingiere un analgésico cuando el dolor es terrible. Prefiere dejar los vuelos para cuando llegue el final y hoy por hoy elige sentirse vivo.

A día de hoy José sigue cruzando metas, poniéndose retos y no dejando que ni la enfermedad ni nadie le diga que pare. ¡¡Adelante José!!

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@helarte_barry  @helartedeltriatlon