Más de 130 estudios científicos confirman que el ejercicio ayuda a prevenir la demencia y otros desórdenes cognitivos (ELA y el Alzheimer).
Estar de pie mientras trabajamos activa nuestro cerebelo y el córtex frontal, manteniéndonos más concentrados en el trabajo.
Simplemente caminando, tus neurotransmisores aumentan los niveles de dopamina, serotonina y el factor neurotrófico derivado del cerebro, lo que mejora tu estado de ánimo y la respuesta al estrés.
Realizando actividades que requieran coordinación y velocidad, tu mente se vuelve más aguda y tomarás decisiones más rápido.
Los entrenamientos de fuerza y las actividades de resistencia muscular ayudan a que, ante una amenaza o situación de ansiedad, estés más predispuesto a evitar el pánico y mantener la calma.
Cuando formamos parte de actividades en grupo, nuestro cerebro genera oxitocina, «la hormona del amor», y sentimos más empatía hacia los demás.