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Expectativa de vida

Las expectativas cambian según cambias y una de las mejores maneras de alcanzar tus expectativas, es teniendo muy claro este hecho. Obviamente, no eres la misma persona que eras cuando eras un niño o un adolescente, pero es que ni siquiera eres la persona que eras ayer. La vida te hace pasar por un número de experiencias diarias incontables que dejan huella en quien eres y te dan forma día a día.

¿Y esto que podemos hacer con las expectativas?

Normalmente, tu estructura familiar, tu condicionamiento, tus creencias y tu entorno social (todas ellas del pasado), guían tus expectativas, NO TÚ. Esperar algo es visualizarlo en el futuro y, hoy en día, está científicamente demostrado que somos muy malos en predecir lo que verdaderamente nos hace felices.

 

Adáptate al presente.

Los motivos más comunes por los que no alcanzamos las expectativas son estos:

  • Tener expectativas demasiado bajas.
  • Empeñarnos de manera testaruda en esperanzas o sueños inalcanzables.
  • Adaptarnos a las expectativas de los demás sobre quiénes somos o deberíamos ser.
  • Decepcionarnos con experiencias negativas o reveses pasados.
  • Engancharnos a trabajos o relaciones insatisfactorios.

Cualquiera de estos motivos se convierten automáticamente en barreras psicológicas que nos impiden alcanzar nuestros objetivos. Cada vez que escuches en tu cabeza una voz que dice cosas como: “Siempre sale todo mal”, “No sé si estaré a la altura”, “Debería simplemente aceptarlo” o “Las cosas buenas les pasan a los demás”, recuerda que es una voz que viene del pasado basándose en experiencias pasadas y no presentes ni futuras.

Hemos escuchado muchas cosas acerca de vivir en el presente, pero es muy difícil darse cuenta de que el momento presente existe y no existe al mismo tiempo, porque en el momento en el que te das cuenta de él, desaparece. Lo que nos pasa es que sufrimos por no alcanzar nuestras expectativas de vida, por no ser plenamente felices o por no encontrar el amor incondicional, cuando este tipo de cosas no pueden ser entendidas con el tiempo del reloj. Como la mayoría de las veces, nuestros deseos van orientados a alcanzar este tipo de cosas y son cosas atemporales y experienciales, debemos entenderlas como tal y vivirlas, no esperarlas o medirlas.

J. Krishnamurti decía: “Te has dado cuenta de que en el momento en el que te declaras feliz, esa felicidad empieza a desvanecerse aunque sea un poco? A lo que se refiere es a que, cuando intentamos definir con palabras una experiencia (no sólo la felicidad sino cualquiera), estamos creando una historia sobre la que construir nuestra vida, y esta historia intenta congelar ese estado en el momento presente ¡lo cual es imposible! Cuando verbalizamos este tipo de cosas sentimos que se desvanecen porque ya forman parte del pasado.

Es complicado de entender, pero es así. Al final, la mejor opción es escapar de las expectativas y vivir sin ellas en la medida de lo posible. Existe auténtica satisfacción en el presente que, además, se renueva continuamente a medida que nuestro futuro pasa a ser nuestro presente y a medida que nos deshacemos de las ilusiones pasadas.

 

¿Quieres conseguirlo?

 

Photo by Giu Vicente on Unsplash
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Aprender haciendo

La clave para ser un emprendedor exitoso es vivir en un estado de aprendizaje constante.

Casi todos nosotros estamos abriendo nuevos caminos en un mundo en constante cambio. Algunos empiezan sin saber nada de negocios. Otros tienen mucha experiencia en negocios pero necesitan adquirir otras habilidades relacionadas con sus nichos, o simplemente para satisfacer las necesidades de un equipo en crecimiento.

No importa en qué punto del viaje estés, para tener éxito en los negocios, tienes que seguir aprendiendo cosas nuevas.

Entonces, ¿cómo podemos seguir aprendiendo al mismo tiempo que gestionamos todas nuestras responsabilidades? La respuesta es ser más eficientes con el tiempo que pasamos aprendiendo.

Aprender más rápido y más eficientemente puede ayudarnos a sacar más provecho de nuestro tiempo y aún así encajar en todo lo demás compitiendo por nuestra atención.

En otras palabras, necesitamos aprender a aprender a aprender.

Creemos que memorizar un nuevo vocabulario o practicar durante una hora el revés de tenis es eficiente. Pero en realidad, una práctica más variada es la mejor manera de aprender.

La idea es que al intercalar información nueva y antigua, o practicar múltiples habilidades en una sesión, aprenderemos el nuevo contenido mejor que si nos centramos sólo en la nueva información.

La razón por la que el entrelazado funciona tan bien, según los investigadores, es que aprovecha la capacidad natural del cerebro para reconocer patrones y detectar diferencias dentro de ellos. Poner nuevo material entre la información que ya has aprendido hace que el nuevo material sobresalga y tenga una mayor impresión en ti. Si utilizas simplemente la práctica en bloque (memorizar cosas nuevas) , te resultará más difícil recordar ese material y tendrás que revisarlo más a menudo para que se pegue.

Como muchas cosas en la vida,  que no siempre hacemos (o ni siquiera sabemos) lo que es bueno para nosotros. Pero los estudios han encontrado que el intercalado es el mejor enfoque para aprender nueva información o habilidades.

Aprender haciendo

Como dice Richard Branson, “no se aprende a seguir las reglas, se aprende haciendo y cayéndose”. El aprendizaje es “esencialmente un proceso de descubrimiento”. Naturalmente, aprendemos haciendo.

Como cuando éramos bebés, descubrimos las cosas por nosotros mismos antes de que nos las digan. Incluso cuando entendemos lo suficiente como para que nos lo digan, todavía tenemos que probar las cosas por nosotros mismos.

Muchos de nosotros comprendemos instintivamente esta necesidad de aprendizaje experimental, especialmente en el trabajo. Todos hemos estado en una situación en la que algo que nos enseñan no funciona hasta que lo probamos por nosotros mismos.

“El lente de nuestra propia experiencia es una manera poderosa de aprender cosas nuevas”.

Intuitivamente entendemos que cuanto más tiempo hacemos un trabajo, mejor lo hacemos. Aprender haciendo es el mejor enfoque para aprender habilidades prácticas.

La mejor manera de aprender a hacer un trabajo es simplemente tratar de hacer el trabajo, sin preparación en particular, pero con un experto disponible para ayudar cuando sea necesario. Aunque esta es la mejor manera de aprender desde la perspectiva del proceso natural de aprendizaje del empleado, es posible que no sea la opción preferida del empleado o del empleador.

La razón por la que aprender haciendo funciona tan bien es que nos permite hacer algo llamado indexación. Nos expone a muchos escenarios diferentes para que podamos compararlos y buscar los matices entre ellos.

Mientras que la lectura sobre cómo hacer algo puede decirnos sobre un escenario perfecto, las experiencias nos ayudan a construir un índice de escenarios donde diferentes cosas van mal, o diferentes variables son cambiadas, para que podamos interiorizar mejor cómo usar una nueva habilidad como lo haríamos en la vida real.

Nuestra motivación también es diferente cuando aprendemos haciendo. En la vida, tendemos a aprender sólo lo que necesitamos cuando lo necesitamos. En este tipo de situaciones no tenemos ningún problema con la motivación, porque algo en nuestra vida nos ha hecho querer aprender algo en particular.

Ya sea para una motivación más natural o para un entrenamiento más realista, aprender haciendo casi siempre es mejor que aprender al estilo de un clase tradicional.

Y ahí es donde está nuestro factor diferenciador, en nuestros programas estarás experimentando exactamente esto, aprenderás haciendo mediante tres áreas fundamentales del funcionamiento de una persona.

¿Te imaginas poder aprender de una manera diferente, práctica e integrada?

 

Photo by bruce mars on Unsplash

 

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¿Miedo a perderte algo?

¿Alguna vez has sentido que el tiempo vuela y que estás continuamente en marcha? Las obligaciones laborales y familiares combinadas con la vida social, pueden generar días completos de compromisos e incluso estrés (y en estas fechas festivas que se acercan, incluso más). Si eres de los que se dice a sí mismo “la vida son dos días”, puede que te resulte complicado rechazar planes u oportunidades de conectar con los demás.

Esto es lo que se llama FOMO: Fear Of Missing Out en inglés, que sería algo así como el miedo a perderse algo.  Podría parecer una cosa buena porque te empuja a estar activo y te ayuda a mantenerte en contacto con tus allegados pero, desgraciadamente, esta urgencia de estar con todo el mundo en todas partes tiene consecuencias negativas para tu bienestar.

¿Qué podemos hacer?

 

1. Las redes sociales te engañan.

Tanto Facebook como Instagram quieren enseñarte lo que te estás perdiendo cuando optas por no acudir a ciertos sitios o eventos. Es la versión virtual de poner el dedo en la llaga: ¡todo el mundo está feliz y sonriente!

Recuérdate cada cierto tiempo que la gente sólo publica sus mejores fotos, no es la realidad de su vida.

 

2. Prueba el “maravilloso no”.

Si al miedo a perderte algo le sumamos que te gusta agradar y satisfacer a los demás, entonces decir que no puede parecer imposible, ¡pero no lo es! No hay nada malo en decir que no y puede ser la mejor manera de auto-cuidado.

Recuerda que puedes ser un buen amigo o familiar aún estando cansado y estresado; quedarte en casa descansando puede ser una de las mejores formas de ser buen amigo.

 

3. Ten amistades valiosas.

Es un buen ejercicio escribir las actividades que has realizado en el último mes y las personas con las que has estado. Tras hacerlo pregúntate: “¿Estas personas me llenan? ¿Me apoyan e inspiran?”.

Si es que no, puedes decidir invertir tiempo en que así sea enriqueciendo tu amistad, o decidir reducir las interacciones. Enriquecer tus relaciones te llenará de energía en lugar de quitártela.

 

4. Cambia tu perspectiva.

¿Qué pasaría si, simplemente, pudieras sentirte contento por aquéllos que se lo están pasando bien aunque sea sin ti? Esto puede ser poco natural al principio, pero es algo que podemos practicar.

Intenta repetirte a ti mismo: “Estoy feliz de tu felicidad”.

 

5. Presencia plena.

Se habla mucho del mindfulness y de sus beneficios y es que también puede ayudarnos a reducir el FOMO. ¿Y si intentamos centrarnos en lo que estamos haciendo en lugar de imaginarnos cómo sería estar en el evento que nos estamos perdiendo?

Si estás en el sofá tomándote un té, intenta oler el arome de la infusión, intenta sentir lo cómodo que estás, intenta sentir agradecimiento por poder descansar e irte temprano a la cama o, simplemente, intenta respirar profundamente y disfrutar del momento actual.

 

Decíamos antes que se acerca una época de muchos planes, ¡ojo con el FOMO que está al acecho! Intenta seguir las sugerencias anteriores y cuéntanos qué tal te han ido.

 

¿Quieres conseguirlo?

 

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Resolviendo la paradoja de la autenticidad – Cómo ser quien realmente eres. (PARTE 1)

Ah, cómo ser auténtico. La autenticidad es una de esas cualidades que se ha vuelto tan deseable, tan buscada, que se ha reducido -al igual que la generosidad y la gratitud- a un cliché sin sentido. Y sin embargo, todo lo que enseñamos en The Gate to success, desde habilidades de comunicación, hasta confrontar creencias limitantes, parece volver al concepto central de ser quien eres, que podría ser la habilidad más difícil que puedas dominar. La autenticidad es tan escurridiza como poderosa, pero mucha gente sigue desconcertada por la noción de cómo ser auténtica.

Vamos a dividir este post en 2 partes ya que requiere atención, tiempo y dedicación para entender varios conceptos.

Hay algo gracioso en la forma en que hablamos de autenticidad. Queremos aprender autenticidad. Queremos reaccionar con autenticidad. La autenticidad es algo que queremos conseguir. Tratamos la autenticidad como algo que tenemos, a diferencia de lo que somos. Lo que puede impedirnos desarrollar este rasgo, ya que estamos tratando de lograr algo que, por definición, ya tenemos.

Si definimos la autenticidad como simplemente ser tu verdadero yo, entonces realmente no deberíamos tener que buscarla en primer lugar. Si lo estamos buscando, entonces ya lo hemos perdido. Y eso es lo que podemos llamar la paradoja de la autenticidad.

Si tratas de ser auténtico, no lo eres.

Entonces, ¿cómo podemos aprender a ser más auténticos?

Tenemos que empezar por entender por qué la autenticidad es tan importante.

Puede parecer obvio, pero no lo es. Después de todo, vivimos en un mundo que prospera con la falta de autenticidad. Trabajos basados en política de empresa, noticias alimentadas por intereses y ni hablar de la irrealidad que proyectan la gran mayoría de las redes sociales, incluso relaciones por conveniencia sólo por mantenernos contentos. No tenemos que insistir, pero es importante que nos demos cuenta de lo mucho que nuestras vidas están impulsadas por la falta de autenticidad.

Pero si piensas en los momentos de tu vida que son significativos -quiero decir verdaderamente significativos- siempre encontrarás un grado de realidad, de verdadera autenticidad. Un cumplido sincero, una crítica honesta del trabajo, una gran película, una primera cita realmente agradable: todo esto implica al menos un cierto grado de autenticidad.

La razón por la que reconocemos la autenticidad es porque estamos preparados para responder a ella. Y estamos preparados para responder con autenticidad. En resumen, lo reconocemos cuando lo vemos. Y se siente bien. Parece cierto. Se siente como algo real, por eso resuena tan fuertemente en nosotros. Si aguantamos un mundo que a menudo es “inauténtico”, es sólo porque hemos olvidado cómo se siente la autenticidad real.

Nos sentimos movidos por personas auténticas, nos sentimos atraídos por ellas. Del mismo modo, nos sentimos atractivos cuando estamos siendo auténticos, y cuando nos conectamos con alguien que está auténticamente comprometido con nuestro atractivo. Cuando tenemos una entrevista de trabajo y salimos con buenas sensaciones o una cita verdaderamente especial, lo que solemos decir es que nos encontramos con un momento de autenticidad mutua.

Ser auténtico también es mucho más fácil. Es tentador olvidar, pero ser uno mismo -y estar cerca de otras personas que son ellos mismos- es mucho más fácil que fingir, o falsificar, o ponerse una máscara social, que son formas comunes de lidiar con un mundo que se siente falso. De hecho, es la falta de autenticidad lo que hace que los patrones preestablecidos o las respuestas enlatadas sean tan atractivas. Estas técnicas parecen más fáciles, hasta que descubrimos que sólo llegan hasta cierto punto. Se rompen tan pronto como una relación exige autenticidad real, en cuyo momento nos damos cuenta de lo fácil que hubiera sido ser nosotros mismos.

Así que en múltiples niveles, estamos deseando esa realidad: queremos ser auténticos, y queremos estar alrededor de la autenticidad. Cuanto más tratamos de ser otra cosa -lo que nuestros padres nos dijeron que debíamos ser, lo que nuestros trabajos nos exigen, lo que otras personas parecen pensar que debíamos ser-, más fuerte se hace el deseo de ser nosotros mismos.

Si necesitas más pruebas de por qué este rasgo es tan importante, pregúntate si te sientes mejor siendo tu mismo o fingiendo lo contrario. Creo que si somos honestos, siempre es mejor ser auténticos. Si alguna vez te sientes mejor siendo “inauténtico”, es sólo porque no hemos aprendido a ser nosotros mismos.

Así que si la autenticidad es algo que todos queremos, pero es imposible de tener, ya que es algo que eres y no algo que obtienes, entonces la autenticidad debe ser imposible de enseñar, ¿verdad? Como me gusta decir, enseñar a alguien a ser auténtico es como enseñar a alguien a ser más alto. Podría ser incluso peor, porque nadie puede fingir ser más alto, pero definitivamente pueden fingir ser auténticos. De hecho, lo hacen todo el tiempo.

Entonces, ¿cómo puedes aprender a ser más auténtico?
Como ya hemos descubierto, no puedes. Esa es la trampa.
Lo que puedes hacer, sin embargo, es dejar de ser “inauténtico”.
Y ahí es donde empezaremos…

Photo by Alex Perez on Unsplash